Indignación, vergüenza, estupor, pena, rabia... Todo eso sentí al escuchar y leer todo lo que se dijo en la previa al Barcelona-Betis de la Copa del Rey.
No es mi intención echar piedras el tejado del Betis, al que le reconozco su gran partido en el Camp Nou, pero sí criticar la actitud de la afición bética en los días previos al partido y sobre todo de sus dirigentes.
El Betis no es un club cualquiera de Segunda, ni siquiera de Primera. El victimismo y conformismo con el que club y afición vivió el partido me pareció patético. ¿Qué es eso de: "yo con 5-0 me conformo", "con que nos nos metan diez"...?
Lo más grave, e inaudito, fue la petición por parte del club de poner el partido de vuelta en el Camp Nou, alterando así el orden de la eliminatoria. Postura defendida por gran parte de los béticos que conozco.
El Betis no es, con respeto, el Pájara Playas de Jandía. Por muy desigual que veas la eliminatoria en la vida puedes darla por perdida y quedar en evidencia ante toda España haciendo el ridículo de esa manera. Así empequeñeces el nombre de tu club y dejas muy mermada su imagen, porque estoy seguro que al igual que yo, muchos otros aficionados al fútbol opinan que esa petición no le hacía ningún favor al Betis. Posiblemente una ayuda económica por los malos momentos que viven pero: ¿Merecía la pena manchar la imagen del Betis por la taquilla de un partido?
Al final, la RFEF denegó la petición bética a pesar de el sí del Barcelona.
Aunque no sea bético, me duele leer cosas como esa, ya que si hubiese pasado en el Sevilla estaría igual de indignado. En este tema es en uno de los pocos que coincido con el señor Javier Rubio y eso me alegra, aunque el siga intentando poner tierra de por medio en lo que antaño fue una bonita amistad. Para muestra un botón.
Entiendo preciso comentar el partido de ayer y el artículo borrado de Roberto Palomar.
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