Este nuevo Sevilla de Marcelino me está transmitiendo algunas cosas que hacía años que no sentía. Más ilusión, seriedad, compromiso, pero sobre todo trabajo. Se está fichando bien y barato. El último hombre que suena para reforzar la inestable defensa nervionense es el bosnio Spahic. Con 30 años es capitán del Montpellier (por ahora) y de su selección.
Comenzó jugando durante la guerra de los Balcanes en el equipo de su localidad natal, el GOSK Dubrovnik. Luego emigró a Rusia hasta recalar en el Lokomotiv, donde destacó y fue fichado por el Montpellier.
Estos años le curtieron como futbolista y le convirtieron en lo que es ahora: un guerrillero del área, un defensa que no duda en ser contundente, un líder para una defensa necesitada de una figura así. Y es que desde la marcha de Pablo Alfaro y Javi Navarro falta liderazgo atrás.
No hay que negar lo evidente. El año pasado estuvo sancionado gran parte de la liga por propinar codazos a sus rivales. Las acciones violentas en el campo no se deben consentir, pero seguro que los dirigentes del Sevilla, así como Marcelino, que avala su fichaje, le ponen las cosas claras. Esto no quiere decir que deje de ser contundente. Para nada. El fútbol es un deporte de contacto y como tal se debe primar que el balón ruede como hace Lahoz.
Desde Madrid, como siempre, ya han comenzado una campaña de criminalización. Por ejemplo en Cuatro ya lo asocian a la imagen que se dio de Pablo Alfaro con el siguiente titular en un reportaje: "El primo bosnio de Pablo Alfaro". También desde algunos blogs afines a la central lechera se está alimentando esta imagen. Y es que cuando la apisonadora blanca se pone en marcha nadie la para.